En la cocina mediterránea, es la base de aderezos y vinagretas, aportando su sabor característico y aroma fresco a ensaladas y platos de vegetales. Al ser un elemento fundamental de la cocina saludable, se utiliza para saltear y cocinar a fuego lento, realzando los sabores de carnes magras y vegetales. También se convierte en un aliado esencial para marinar carnes, pescados y verduras, infundiendo profundidad y suavidad a cada bocado.

Cuando se trata de horneado, el aceite de oliva extra virgen añade un toque distintivo a panes, muffins y pasteles. Incluso en la repostería, su sabor robusto y frutado puede destacar en la creación de postres como helados y sorbetes. Además, el aceite de oliva se convierte en un acompañante ideal para sumergir pan fresco, proporcionando una experiencia simple pero deliciosa.

Su presencia en la cocina no solo se limita al calor. En platos fríos como carpaccios, gazpachos o incluso en la preparación de salsas para pastas, el aceite de oliva añade una dimensión de frescura y complejidad. En resumen, el aceite de oliva se erige como un pilar esencial en la cocina, transformando cada receta con su presencia aromática y su capacidad para realzar y equilibrar los sabores.